Tuvieron que esperar 17 años los familiares de las víctimas de Barrios Altos y Cantuta para que se hiciera justicia. Años dolorosos, de incertidumbre, de sufrimiento, de rabia. Pero a la vez años de persistencia, coraje, dignidad. La lucha no fue fácil; tuvieron que soportar el peso del poder, de un poder que controla medios de comunicación, poder que miente, poder que corrompe, poder que hace lo posible e imposible para salir impune de la responsabilidad en las vidas que cegó. El coraje de estas madres, padres, hijos, hermanos permitió la extradición de Alberto Fujimori y ahora su condena.
Las víctimas de Barrios Altos y Cantuta por fin pueden descansar en paz, la lectura de sentencia de hoy no solo sentenció a 25 años de prisión al ex dictador, afirmó también que no pertenecían a ninguna organización terrorista. Así que el argumento justificatorio de sus absurdas muertes queda desechada.
Las víctimas de Barrios Altos y Cantuta por fin pueden descansar en paz, la lectura de sentencia de hoy no solo sentenció a 25 años de prisión al ex dictador, afirmó también que no pertenecían a ninguna organización terrorista. Así que el argumento justificatorio de sus absurdas muertes queda desechada.
De nada sirvió la campaña dirigida por quienes antes detentaron el poder y sumergieron al país en un estercolero para cambiar lo inevitable. El insulto, la infamia y el chantaje no pudieron hacerle frente a una sólida acusación. Fueron lo hechos los que primaron por encima del odio vísceral de quienes no quieren que se esclarezca la verdad y buscaban la impunidad.
El pueblo peruano ha jugado también un papel protagónico en este juicio. Ha salido a las calles para exigir justicia por sus hijos muertos a manos del despiadado Grupo Colina. Su voz se aunó a las voces de quienes hace 17 años perdieron el anonimato y la tranquilidad. Su dolor fue nuestro dolor, su sed de justicia también fue nuestra. Por eso la condena a 25 años nos da fuerzas para creer que un país distinto es posible, donde la corrupción, arbitrariedad y el abuso sea cosa del pasado.
Esta histórica condena deja una importante lección, los dictadores y asesinos del pueblo caerán por el peso de sus actos; y nuestro deber es mantenernos vigilantes, impedir que el fujimorismo logre alguna maniobrar para burlar a la justicia. Fujimori debe pagar por sus crímenes y no procede ningún indulto o beneficio penitenciario.
Estamos seguros que esta ejemplar sanción será el desencadenante para que se siente en el banquillo de los acusados a quienes cometieron atrocidades en la década del 80 siendo víctimas en su mayoría humildes campesinos; la verdadera reconciliación se dará cuando todos los criminales de la guerra interna que ensangrentó nuestra patria esten encarcelados.
¡Ni olvido ni perdón !
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